Experimento

Ayer en clase, Santajuliana nos hizo entender que no se puede escribir a partir de la felicidad. Las historias felices ya no gustan a nadie... ¿será? ¿Habrá que estar deprimidos para poder plasmar en hoja lo que somos en ese momento? Medio lo creí, medio no. Y en medio de una rica rica dona cubiera con delicioso chocolate crujiente en la cafeteria desierta (parecía que en toda la universidad éramos los únicos que no habíamos salido de vacaciones), mientras platicaba con el mismo Santajuliana, Luis y Andrew me di cuenta de lo feliz que soy. Sonreía sin darme cuenta, manejé de regreso sin tráfico (o al menos no lo noté), llegué a revisar mails y a redactar tareas. Fui al baño a lavarme el pálido rostro y la nariz roja roja (de acuerdo a Navidad) y vi esa mirada sospechosa en mi (¿Qué me traeré entre manos?) Brillaba.
Y sí. Soy muy feliz. No me hace falta nada. ¿Cuántas veces puedes decir eso en la vida?

Así que ahora escribo desde esta feliz perspectiva. Conectada al messengger a las 3 am que todavía no lograba dormir porque no puedo soltar el libro "El juego de ender" que me trae loquita, chismeando lo aprendido en clase con Hellen, dijo algo así cómo: Si escribes feliz en tu blog o nadie te lo cree, o no te van a querer leer porque a la gente le gusta leerte depresiva y creer que lo estás aunque no lo estés o... se alegran por ti...

Veremos cuál de los 3 puntos anteriores gana... porque no pienso escribir nada más por hoy en esta página... hay una novela que me mira de reojo abandonada por los rincones. Es hora de continuarla. Fuuuu le soplo al polvo y sí, ahí está, fiel y sonriente como yo.
"...traté de rayar el libro como indicaron. Subrayar. No pude. Es como si me rasguñara la piel. Supe que quería ser libro..."

Cielos... soy como una novela rosa de esas que odio manejando por el periférico.