El diván...

Me lo advirtieron. Cada martes sentada en aquel sillón mientras me despojaba de mis pasados durante una hora. suspiros que regresaban al cabo de 60 mins. y $400.

Ella lo dijo tantas veces que no la escuché. Me aburrió. Me enamoré de mi voz. Esa misma que se quejó por la ingratitud humana, del clima, de mis padres, del eterno ¿por qué?

Me lo explicó con su voz clara, con máscara de doctora amable, ese rostro que murmuró "confía en mi" Y confié y me dejé llevar a ese oscuro lugar del inconsciente que ahora trato de sepultar en mi vida de noche.
Se acabo el dinero, se acabó la máscara amable.
Sigo andando con los mismos traumas, pero conscientes. Conscientes de su locura.
Deseo con toda el alma un cigarro mientras pienso en el mejor de todos mis dolores. El más común, ya sabes cuál es...
Ese agudo chirriar de la sangre en algún lugar del llamado corazón, se acumula. Va a estallar. Lo miro. Se lo digo. Ya sin psicoterapeuta. ¿Enamorada yo?
yo?
YO?
Será?
y si?
No confíes Sand, ese es tu problema...
Es mi problema, repito como eco las palabras que sembró en mi.
Es mi problema, confiar.
Pero es que yo...
Necesito confiar en él...
Ya lo habías hecho y ahora llevas lutos acumulados en tu alma...
En mi alma negra, negra. De funeral.
Pero quiero confiar en él
¿Por qué?
Porque quiero.
¿Y tanta terapia para qué? Pregunta esa vocecilla que me atormenta... ¡Claro! Como a ella no le duele... Mentira. Le duele. Más que a mi. Le duele.
Me duele.
Pero y sí...?

Soy buena para negar el miedo.


Pero no hoy...

El viernes sólo me salió un estúpido "ok" ¿No se me ocurrió algo más? Claro! Gritar al mundo que te amo, que sí, que sí, que sí, que sí, que sí. Por siempre. Contigo, a tu lado. Podría estar una eternidad viendo tus ojos, sintiendo tu cuerpo, durmiendo a tu lado, tomando un café mientras platicamos. Sintiendo toda esta felicidad corriendo por mis venas, opacando todo lo malo que existe alrededor. Porque mientras existamos juntos, nada de eso importa. Nada más.

Sí, vamos a casarnos...