Paseo por tu cuerpo

Paseo tu espalda con mis dedos escarchados y siento un gemido reservado en tu pecho palpitando, enmudeciendo…
Tus muslos se envuelven en mi cuerpo como si quisieras fusionarte conmigo y tu juicio se fuga intrigante, encubriéndose en las cobijas que humillamos con nuestro peso. Han dejado de quejarse.
Noto tu pulso sobre mí y veo como una elegante gota de sudor juega sobre tus ojos, se aferra a tus pestañas y se suicida en mi frente. La saboreo. Tus labios se acercan… quiero gastarlos…. Mi boca se abre acechando el sabor dulzón de tu lengua. Es fría. Deliciosa. El corazón se me agita en el estómago y mi cabeza ya no te fantasea… te ve…no puedo dejar de verte. No logro soltar mi mirada de la brujería de tus cejas.
Entonces comienzo a vivirte.
El espejo mirón nos espía con curiosidad, sin pestañear, excitado ve como te mueves sobre mí y desparecemos en uno. Ve como el pelambre de tu cabello oculta tu rostro y sonrío. Un alarido huye en mi cuando arqueas tu espalda. Quiero verte entero, completo. Deseo aprenderme de memoria cada centímetro de tu cuerpo. Y jugar en tu espalda, tú eres mi mejor arma… quiero jugar a que tu cuerpo es mi parque de diversiones… te quejas. Te quejas, pero no me quitas, me dejas hacer lo que quiera contigo. Quiero hacer lo que yo quiera contigo. Y haces lo que quieres conmigo. Me miras. Nuestros ojos se descubren… y se magnetizan. Nos tropezamos como somos. ¿Cómo somos? Tú y yo lo sabemos hoy más que nunca. Nunca volveremos a saberlo así. Tal vez mañana por la noche. Tu aliento en mi nuca me da frío. Nos dibujamos. Enredo mis dedos entre tus cabellos de araña. Me levantas, me dejas caer y allá vamos de nuevo. Te veo debajo de mi, arriba… la luz juega con tu cuerpo… mi cuerpo… eres mío. Luego no te veo… te siento… y te siento tanto que me es imposible sentir más. No es imposible porque después de que el espejo reprueba nuestra escasa moralidad cambiamos… tú eres yo… yo jamás seré tú, pero hoy me presto a ti.
Escucho sonidos afuera… te miro… me tapas la boca con el mejor de los remedios. Me callo.
El espejo cierra los ojos… demasiado para un ente tan transparente. Los abre de nuevo mientras tu cuerpo cansado se tiende detrás mí y tus manos se pierden en algún lugar de mi cadáver. El sabor a sal regresa a la piel y la tarde avergonzada se oculta detrás de la luna. Las respiraciones se calman… aspiran aire juntas, están de acuerdo.
Y aún puedo sentir tus brazos asediándome, tu palabra en mi escucha, tu corazón en mi dorso, mis manos de nieve; mientras escribo estas insuficientes frases, todavía tu cuerpo me quema…