Memorata

Voy manejando invocando tu nombre en la noche. Una curva, una canción en la radio, la luna pequeña, los autos que pasan a mi lado sin imaginar que no veo. El agua en mis ojos me impide ver bien el camino. Repaso tu nombre, lo que quiero escribirte, lo que no entregaré. Aprendo una frase de memoria, no, es mala. No para decirte cuanto te amo. Cuando te amo. La avenida se extiende llorosa sobre charcos de día. Miro el semáforo, las sombras, paso frente a tu casa. No hay luz. Cierro los ojos e imagino que estás ahí, en la ventana, esperando que pase y que no diga nada porque ya lo sabes. Arranco lentamente. Luego huyo de nuevo a tu civilización. Rezo. A ti. Apago la radio, no necesito que un cantante dirija mi desesperación. Avanzo más rápido. No quiero que nadie me vea así, como loca, por la ciudad, a la una treinta de la mañana, llorando por ti, hablando en voz alta, mordiendo mis labios para que tu nombre no se me escape. Subo un puente. Miro a la gente caminar sola, con frío. Aquí el coche está empañado de tantos recuerdos, tanto de tan poco. Llego, se abre la puerta, meto el coche. Ensayo mi sonrisa y entro. Todo bien.