- El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Los hombres ante las palabras del predicador, se quedan atónitos. ¿Por qué defiende a esta adúltera? Se merece la muerte... pero si fuéramos nosotros, claro, tal vez un día estemos en esa posición... quién sabe que pueda pasar... Poco a poco, las piedras caen al piso. La mujer, llorosa, se levanta.

Mientras aún está recargada en la pared, el predicador levanta una piedra y se la estrella en el cráneo.

Ella cae bañada en sangre, todos lo miran atónitos pero en lo que reaccionan, él ya se había ido...