Tengo ganas de olvidarte esta noche. Que cada hora se coma tu recuerdo. Amante de mi oscuridad que odiabas. Jamás dejaste de amarme por odiarme tanto. Todos mis defectos son libres de ti, de tus eternas críticas, de tus malditos ojos perfectos. No espero ya el beso, le doy alas para que vuele y vaya a enredarse en el cable de la luz con los tennis viejos, complices. Como yo.

Nunca entendiste que la vida sólo da pasos hacia delante. Pero no se borran las cicatrices, no se deshacen las mentiras con el tiempo. Sólo se las traga de vez en cuando y las graba en la frente cuando le conviene. Mientras estuve contigo, tuve el corazón más rojo que nunca. Ahora lo tengo verde, sin ese color que lo ensucia todo. Lo nuestro, nuestro supuesto amor, tenía tanta vida cuando murió, que el olvido debe haber sentido que cometía un asesinato.

Y al final es cierto: el amor apendeja o sólo los pendejos se enamoran. Enamorarse a lo pendejo es lo mejor que puede sucederle al pasado donde habitamos sólo tú y yo.