Mar adentro, mar adentro...

Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.

El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo,
sin palabras‘más adentro’,
‘más adentro’
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.

(Ajá, la misma que te dije en el lago, la de la película...)

En el espacio que cedió tu presente y en el punto que lo sorprendí, encontré mi soledad. La respiré y viví como nunca. Tal vez ahora voy en tu búsqueda porque me siento terriblemente sola y quizá aún mucho antes, sin embargo hizo falta apartarnos como ahora y amar para que en ese momento te percates que estás solo. Porque nos extrañamos.

Amarte me hace ser más fuerte, feliz y desgraciada. Amarte me explica como ser humano y me diferencia de los demás. Amarte no me quita la soledad: me hace abrazarla. No me da la razón: me das libertad. Mi respuesta del por qué te amo, está en tus ojos: en ellos hallé esa libertad. Por eso vale la pena abrazarte así aunque nunca estemos juntos... y si lo estamos algún día, si lo estamos, juntar este par de personas con todo el dolor que representa nuestro amor y permanecer...