Reclamo angustiante de un pinche insomnio

Mis cabello huelen a ti, a tu pasado, al eco de tus risas, a tus besos escondidos muertos en medio de mi cuerpo. Mis letras saben a ti, a ese sabor a hielo que me regala tu lengua, a ese saborcito agrio con que ves la vida, con que me tomas de la mano y subimos por las escaleras para romper la cama de tanto amor. Mi insomnio se siente a ti, a tu recuerdo, a tus futuros, a tu sudor. Se siente porque no estas conmigo para arrullarme con tu orgullo, con tu palidez que refleja la luna jugando con tus ojos cuando juegan a que sueñan a mi. A mi hambre se le antoja morderte para saciar esta sed que seca mis labios, que se retuerce dentro por no probar el dulzor de tu cuello durmiendo en mi cama. Mi cama llora de tanta embriaguez, el sueño se niega a dormir conmigo, revuelve mis cobijas y se planta en mi cansado cuerpo a las 6 de la mañana que son y no poder dormir.

Esta desesperación de no poder cerrar mis ojos si no los cierras tú con tu aliento va más allá de la coquetería de mi almohada. Siento que el pudor se escapa de mis manos y que no aguanto más sin escuchar los latidos de tu voz en la madrugada. Te extraño. Y no quiero extrañarte así, porque me vuelve vulnerable, temerosa, agria como la leche. Y sí quiero extrañarte así porque cuando te escuche, porque cuando te vea, será mejor aún de lo que pienso hoy que será. Y el cielo rapta toda mi tristeza, la guarda en un cajón dando paso a la expectativa, a que mi corazón estalle en 69 imágenes donde tu reflejo corrompa lo poco que queda de mi inocencia. Porque supongo que algo queda y si no, pues corrompa mis huesos, mi alma, mis ojos, mis recuerdos, mis pensamientos, mis letras, mis fantasías, mis libros, mi tacto, mis ojos, mi amor, mis esperanzas, mis dolores, mis alegrías, mi desayuno, mis tumores, mis fantasmas, lo más recóndito de mi imaginación… hasta ese lugar que ni yo misma reconozco donde guardo mis placeres, mis miedos más valientes, más temerosos, mis rumores más escuálidos, mis ayeres más malditos, aquellos que sepulté tan hondo, tanto… como para que sólo tú los hallaras y fueran tuyos nada más. ¿Es acaso que me estás soñando y por eso no puedo dormir? Qué me imaginas arrullándote en mis brazos, cubriendo de besos tus lunas, abrazándote como si te quisiera, en medio de una lluvia que no nos deja descansar porque sabemos que hará más calor cuando termine? ¿Será que me piensas tanto que no me dejas pensar en mi? - Lo dijiste hace unos minutos, lo haces a diario- Y como no puedo pensar en mi, pienso sólo en ti. Maldita sea. ¡Deja de soñarme! Porque me convertiré en pesadilla, te asesinaré para me dejes dormir en paz.

“Ojalá estuvieras aquí” La temida frase saltó de mis labios escapando por mis dientes. Es horrible, pero es cierta. Si, fuck, es cierta. Pero no estás. No hoy. No estás y ese no estar me revuelve el estómago, mi noche y el humo de mi cigarro. No estás. Estás tan lejos. Pero tanto así que ni mi famélica imaginación a estas horas de la madrugada logra alcanzarte. Y este olor a ti que me envuelve como caja de regalo, que me encierra, me turba, me marea, me sabe a… a… a… no sé… a mi.