Hace una semana, la revista Clon de la UAM, me invitó a escribir un artículo sobre fotoperiodismo. Hay poca gente que sabe esto, pero mi carrera en realidad no son las letras, es la fotografía, a la cual me entregué con todo lo que pude desde los 16 años hasta los 25. Corrí en marchas, conocí presidentes, artistas, me dieron en la madre, viajé, me enamoré a lo pendejo. Y fui sumamente feliz. Les reproduzco un fragmento del artículo que próximamente saldrá y algunas imágenes que me dejan un sabor de boca entre nostalgia y melancolía. Quiero compartir con ustedes este fragmento de mi vida, que me dio la vida y me hizo v

ivir como nunca.
"Me gusta apuntar mi cámara a mundos aparte. A los marginados. Para mí, la fotografía no es sólo pintar con luz. Es tener la hermosa oportunidad de que los otros vean a través de tu mirada un pasado que registraste a través de tu cámara. Las imágenes no tienen un tiempo. El presente existe en los ojos de quien las observa. La cámara, es un testigo irrefutable, es por eso que muchas de las imágenes que nos presentan, resultan duras, tristes, acusadoras. Viendo al hombre a través del visor, he aprendido que el ser humano grita para ser escuchado en todas partes del mundo.
Una mezcla de risa y nostalgia se apodera de mí, ahora que soy madre, cuando recuerdo a la gente que me decía que sería imposible seguir con una carrera de este tipo teniendo un bebé. Ahora estoy triplemente ocupada, es cierto. Entre publicaciones, fotografía e hijo, es mucho más difícil, pero no imposible. El hecho de saber que algún día este bebé que cargo en brazos, verá las imágenes que acompañan este artículo, que su madre registró parte de la historia, con luz y que quizá me vea con ojos extraños como cuando le cuento a la gente que me perdí una madr
ugada en las calles del centro de la ciudad en medio de la marcha del CGH, que conocí a Juan Pablo II en el Vaticano, que me tropecé enfrente de Vicente Fox cuando presentaba su gabinete social, y la marginación que sufrí mientras trabajaba en cierto periódico, es un aliciente más para continuar. Todo se ve de forma diferente desde la perspectiva de una madre. Y puedo decir, que ahora entiendo a la mía, cuando me despedía en las mañanas con rostro de preocupación y alguna vez le tocó recibirme con golpes en el rostro y cámara rota, pero eso sí, feliz.
Desde hace algunos años, la literatura se ha convertido en mi vida, y gracias a las experiencias que adquirí en el fotoperiodismo, el punto de vista de
mis letras, ha cambiado, evolucionó y tengo la enorme oportunidad de compartirlas con la gente. Así como soy en cada letra, soy en cada imagen..."